Mi segundo día en el festival comenzó con esta película. Salí disparado de mi casa hacia la Alianza Francesa, a la que iba por primera vez, y llegue sobre la hora. La película de Stephen Dwoskin ya había empezado y muy amablemente la chica me dejó pasar. Me senté delante de todo lo cual hizo que la experiencia de ver esta película fuera realmente distinta a la del tipo que estaba arriba de todo.
“The sun and the moon” dura unos escasos 60 minutos, pero en esos 60 minutos despliega una galería de imágenes absolutamente estimulantes que van desde lo horrible a lo muy bello. Hay solo tres personajes: una mujer, una chica y un hombre enfermo. Ninguno de los tres tiene nombre. A lo largo del film se van alternando imágenes de los tres personajes en lo que sería su “quehacer cotidiano”. Vemos a una mujer gritar de dolor, a una chica mirar asustada, a un hombre tirado en la cama con un respirador. Todo lo que vemos en pantalla tenemos que unirlo nosotros en la mente. No sabemos si sucede en la misma casa, si son parientes, si la mujer es la esposa o la enfermera del hombre que esta en la cama. No hay ningún índice en toda la película que diga que une a los tres personajes. Pero uno deduce por la contigüidad que el grito desgarrador de la mujer se debe al horror de ver a su marido en un estado casi catatónico con un cuerpo casi deforme. Uno llega a pensar que la chica baila desnuda en su cuarto para olvidarse de los sufrimientos que hay fuera de su cuarto. Hay un choque buscado entre belleza y fealdad. A cada imagen de esa chica bailando se le opone una de su ¿padre? tirado en la cama.
Dwoskin manipula tanto el sonido como la imagen. Deforma con grandes angulares lo que vemos y también deforma los sonidos. La manipulación del sonido hace que los gritos no parezcan producidos por un ser humano. La banda de sonido de la película recuerda por momentos a las partes más oscuras de los films de David Lynch. Son sonidos que se van reiterando, que a medida que avanza el relato (por ponerle una etiqueta) se van deformando y mezclando con otros sonidos del afuera como el de la lluvia.
Cuando terminó la proyección nadie aplaudió, ni abucheo. Yo personalmente estaba perturbado por la película y no pude reaccionar. Había algo que me daba vueltas en la cabeza. Desde el primer momento que vi al hombre tirado en la cama me pregunte cual era el límite para filmar. ¿Es válido filmar a un hombre desnudo tirado en la cama con un respirador mientras se masturba, porque ya no tiene sexo con su mujer, aunque sea una ficción? ¿Se puede manipular esa imagen, deformándola con grandes angulares? Esta son preguntas que todavía tengo dando vueltas en la cabeza.
No puedo decir que la película me haya gustado pero que me hay provocado semejante conmoción, que no hay dejado de pensar a este momento en el que escribo realmente la convierte en una película importante. De esas que hace que un festival valga la pena.
Dwoskin
FABIO
3 comentarios:
Fabio: el hombre tirado en la cama es Dwoskin, el director de la película, por lo que supongo que el dilema moral desaparece (o se profundiza, qué se yo).
También escribí algo sobre esa película, que también me dejó descolocado.
Fabio: el hombre tirado en la cama es Dwoskin, el director de la película, por lo que supongo que el dilema moral desaparece (o se profundiza, qué se yo).
También escribí algo sobre esa película, que también me dejó descolocado.
gracias por pasar por el blog!
pero no crees que aunque sea Dwoskin quien aparece desnudo sigue habiendo un problema a la hora de que se filma y que no? No hay un punto en donde lo íntimo debe ser íntimo y no expuesto en una película?
También me pregunte a partir de tu comentario si Dowskin había querido mostrar su intimidad al mundo y de querer hacer eso por que no lo hizo a través del documental y me di cuenta que esta ficción es bastante más sugerente de lo horrendo que es pasar por una enfermedad de ese tipo y que el documental hubiera sido una mirada demasiado abstraída.
FABIO
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